Por Daniela Valerio
Nos gusta escapar a través de una pantalla, viajar a mundos fantásticos cuando visitamos una sala de cine, imaginar vidas llenas de acción, aventura, romance y fantasía, dejando muchas veces de lado las partes más oscuras de nuestra realidad, las partes más tenebrosas y guarecidas de nuestras propias mentes que nos asustan con preguntas sin respuesta y crímenes sin resolver.
El cine y los filmes son una representación de quienes somos, de nuestros sueños y fantasías más salvajes, sin dejar de lado las pesadillas que nos mantienen despiertos, dando luz verde al cine Neo-Noir, una evolución de las películas en blanco y negro con héroes de mala actitud y un mundo oscuro, peligroso e incierto.

Desde taxistas con mentes perturbadoras hasta filmes oscuros y sombríos, el cine Neo-Noir ha llenado nuestra pantalla con mundos aterradores sin criaturas, monstruos o super villanos, más allá de eso, el verdadero terror que siembre este género se encuentra en la incómoda similitud que tiene con nuestro propio mundo.
Donde otros filmes buscan darnos aventura sin igual, el cine Neo-Noir nos atrapa y nos deja varados en mundos donde el crimen es brutal, la corrupción no tiene fin y nuestras ciudades se convierten en parajes deprimentes, brindando un mundo que, sin siquiera haberlo visto antes, conocemos a la perfección.
Ese miedo a salir solos por la noche, a subir al transporte público, a lo que pueda pasarnos; temores innegables que forman parte de nuestra sociedad, nuestro mundo y de nuestra cultura cinematográfica.
Misma que se ha hecho notar en filmes como Animales nocturnos (2016), la aclamada cinta de Tom Ford que narra dos historias, una surgida de lo más profundo de nuestro inconsciente y otra tan cruda y real que sobrepasa la ficción; una contenida dentro de una novela y otra que muestra que el mundo real puede ser tan atemorizante como la fantasía.
Dentro de este filme se nos presenta una novela cuyo contenido muestra el trágico cambio, el giro desgarrador que puede tomar la vida en un instante, en un solo segundo dentro de nuestro mundo tan caótico.

Una familia que viajaba sin ninguna preocupación, todos ellos destrozados, arrancados de sus vidas por seres malévolos llamados “humanos”, una esposa y una hija asesinadas y ultrajadas; un esposo y un padre que no pudo defender aquello que le daba vida; y, al mismo tiempo, un hombre en busca de ¿justicia? ¿venganza?
Una novela plasmando un mundo deprimente y sin esperanza, pero una realidad aterradora y confusa donde nadie es realmente bueno, donde los intereses son lo único que importan y los sueños se convierten en delirios. Una realidad donde el amor no existe y el mundo es engaño y crimen.
Dentro de este género tan oscuro; los asesinos, criminales y monstruos disfrazados de personas son el ir y venir de la cotidianidad, pero también aquellos que deciden intentar luchar y hacerle frente a la oscuridad.
¿Héroes?, más bien personas en un mundo donde para destruir debemos afrontar nuestra propia naturaleza, nuestros propios temores y el odio que trae consigo.
“Dragon rojo” (Brett Ratner 2002) es un filme que se centra en el héroe, o lo más cercano a uno. Nos presenta a un detective cuyo sentido de justicia lo impulsa en la persecución de un criminal, un asesino con delirios de divinidad que pudo amar y mostrar piedad y compasión. Pero el detective en supuesta búsqueda de justicia es sobrepasado por la obsesión y la terquedad.

Una cinta cautivante que muestra esta dualidad, las dos caras de nuestra naturaleza, no del todo vil, pero tampoco bondadosa. Solo humanos que intentan ser mejores y luchar contra sus propios impulsos y deseos. El filme nos invita a viajar a un mundo similar al nuestro, a un mundo vil y a una mente enferma, ¿la del asesino o la del supuesto héroe?
El cine Neo-Noir no es la única manera de conocer la auténtica locura y perdida de significado que caracteriza la parte más temible de nuestra naturaleza, ya que si algo logran demostrar estos filmes es la verdad detrás de nuestros temores, nuestro miedo no a una criatura inimaginable o una catástrofe, sino a lo real, le tememos al hombre, a nuestros propios deseos y a la sociedad que hemos creado.
El cine se convierte en un escape para muchos, pero para los más valientes o los mas perdidos el Neo-Noir puede ser una ventana a las venas de quienes somos, un creador de realidad, un viaje aterrorizante, pero enigmático y cautivador.