Por Juan Manuel F. Vidal

El mundo del cine ha contado con grandes personalidades y talentos a lo largo de su historia, puesto que diversos realizadores lograron iniciar movimientos y corrientes que impulsaron el crecimiento del séptimo arte con el fin de que futuros cineastas tuvieran las bases cimentadas.

Tal es el caso del joven cineasta estadunidense Robert Eggers, que con tan solo 36 años, y dos largometrajes realizados, ha logrado cautivar por completo a la audiencia y crítica, pues sus imágenes poseen matices y estilos claramente bien definidos, los cuales tienen el propósito de guiar poco a poco al espectador mediante metáforas e hilos conductivos y narrativos como puede ser el buen uso del sonido y la lectura de imágenes en signos.

Robert Eggers inició su carrera fílmica como autor con el cortometraje Brothers (2014), que contiene muchas similitudes estéticas con su primer largometraje, The Witch (2015), pues ha mencionado que fue realizado con tal de convencer a algunos estudios y productores de fondear el proyecto, solo hace falta repasar su historia para saber que así fue.

En The Witch, Robert Eggers logra trasladarnos a lugares lúgubres y remotos en una pequeña colonia cristiana en Nueva Inglaterra, en la década de 1630, donde una familia compuesta por un matrimonio de colonos cristianos, padres de cinco hijos, que vive cerca de un bosque al que la leyenda popular le atribuye un carácter demoníaco.

La convivencia estalla y la familia se desgarra al sospechar que su hija mayor practica brujería, debido a que las cosechas no crecen y su bebé ha desaparecido.

El realizador logra plasmar al máximo la esencia de los escritos que inspiraron la película, cómo son muchas historias populares de la región, cuentos de hadas y registros de casos de brujería, incluidos periódicos, diarios y actas judiciales.

Por medio del uso planos fijos y elocuentes, nos trasmite la sensación pesada del ambiente que la película busca trasmitir, desde bosques tenebrosos que ocultan secretos oscuros, hasta una fidelidad fidedigna y devota cristiana por parte de la familia y el pueblo que termina expulsándolos por rechazar la verdadera naturaleza del ser, que culmina en una hermosísima tragedia que apela a la verdadera naturaleza y esencia del ser, que va desde el rechazo, tanto propio como colectivo, hasta la aceptación misma y obligada.

Esto es bien logrado gracias a sus planos subjetivos y montajes feroces que arrasan con las expectativas de la audiencia, pues es un filme terrorífico pero a la vez crítico y reflexivo hacia las sociedades de todas las épocas que siempre le han temido a lo desconocido o lo poco común, desde un punto de vista literal, como con la brujería o lo paranormal, o metafórico que sirve para explicar el contexto real de lo que se han vivido a lo largo del tiempo en términos de rechazo y aceptación, dejando como una opción o solución la imposición de alguno de los dos bandos.

Después de haber realizado su primer film, el cineasta optó por quedarse en la industria cinematográfica, pues al haber enamorado a la crítica y audiencia con The Witch, decidió consolidarse como autor con su siguiente film titulado The Lighthouse (2019).

Basado en el último cuento no terminado de Edgar Allan Poe, llamado “The Light-House”, Eggers nos cuenta una historia que transcurre en la década de 1890, de dos fareros que afrontan un turno de cuatro semanas, donde juntos combaten la constante tentación de dejarse arrastrar por la locura en una isla remota y misteriosa de Nueva Inglaterra.

La manera en la que la opta por contarnos la historia es muy interesante, pues a simple vista la trama se centra en los dos hombres que están a punto de sucumbir ante la locura, pero en realidad esconde un significado mas aterrador.

Desde el montaje nos podemos sumergir en una historia que pareciera que fue hecha a principios de la invención del cine, pues el escoger una relación de aspecto 1:1 y una imagen completamente en blanco y negro nos trasmite la sensación de que el mundo que ha creado está hecho para disgustar a cualquiera que la viera.

Por medio de un recurso narrativo bastante peculiar y eficiente logra contarnos desde mitos griegos hasta críticas sobre el poder y deseo. Ese recurso se llama realismo mágico y gracias a él lleva al espectador por un hilo conductor muy sutil con momentos de ansiedad verdaderamente terribles, descomponiendo a los personajes conforme avanza la trama a la par del hábitat.

Su imagen es precisa y utiliza encuadres que podrían emular en ocaciones una pintura o un retrato. Al mismo tiempo utiliza bastantes referencias iconografías, literarias y mitológicas que son usadas con el propósito de contarnos una crítica hacia el anhelo del poder y la pérdida de cordura por este.

Podemos ver la clara influencia que hay en el film desde el expresionismo alemán, hasta el cine de Tarkovsky o Bergman, ya que mostrarnos el decadente estilo de vida que llevan los personajes, o las inquietudes que ellos mismos poseen y ocultan, son símbolos claros que se representa de manera surrealista que puede ir incluso desde pinturas de Dalí o los filmes de Luis Buñuel, deleitando al espectador con escenas que se volverán icónicas por su puesta en escena y contexto semiótico que nos muestra.

Como es la escena donde el personaje de Willem Dafoe ve directamente al personaje de Robert Pattinson con luces dentro de los ojos como un faro mientras está desnudo, ademas como si lo acusara por esconder un misterio que no quiere revelar, o la escena final, tan poética y trágica como el mito que la inspiro, que es la consecuencia y rezago metafórico del anhelo que el poder puede dejar.

Desde la Caja de Pandora hasta el Hígado de Prometeo, este film nos cuenta la tragedia que crítica a la naturaleza humana y que con sus planos y encuadres fijos tan poéticos puede disgustar o enamorar al espectador, depende de qué forma quiera interpretar los mensajes: metafórica o literalmente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *